sábado, 8 de agosto de 2015

7.- BENEFICIADO EN LA BASILICA DEL PILAR. 1974, HASTA SU FALLECIMIENTO EN 1990

Don Pedro Cantero Cuadrado, Arzobispo de Zaragoza, le conmutó el Beneficio que conservaba de San Miguel. "Acompañado de mi sobrina Socorro López Medel, me instalé por generosidad del Excmo. Cabildo 19 Metropolitano, en el edificio de su propiedad, calle de Jardiel, 3, hasta que Dios quiera" . Su manuscrito termina así:

"Cuando termino de escribir estas líneas...nuevo acontecimiento diocesano nos depara la Providencia, que nos manda como arzobispo titular al Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Elías Yanes, ex secretario General de la Conferencia Episcopal Española, durante varios años. Dominun conservet Eun Amen".

Era el día 10 de julio de 1977. Ahí terminó su "diario". Dándole la bienvenida. La homilía de Monseñor Yanes -dentro de la sobriedad que le caracteriza- con ocasión del fallecimiento de mosén Jesús, reveló el afecto y recíproca estima. (LD, págs. 86 y ss.: "Es una llamada del Señor").

Esa etapa de mosén Jesús -1974-1990- -, fue vivida a los pies de la Virgen del Pilar. Una periodista, Nieves San Martín, le calificó de "mendigo de la Virgen, por cobijarse, pisar, celebrar, confesar ...junto al Pilar". Le asignaron el confesionario número 7, frente a la Piedra de la Virgen. No todos los que pasaban por aquélla, se acercaban a besarla. Pero por todos ellos rezaba. Y en no pocos casos, luego volvían y se acercaban a confesarse. Además de cumplir con los oficios del Cabildo, como Beneficiado, que no faltó nunca mientras podía. La confesión era el lugar preferido, con la oración y el breviario. Como si fuera la preparación para la primera Eucaristía. Litúrgicamente estimulante. (Incluso, como cuenta la religiosa escolapia, M. Asunción Arija, en la última misa que celebró por la mañana, el mismo día de su fallecimiento, en la capilla de Santiago, mientras pudo asistir a los retiros de la Hermandad Sacerdotal).

Los fieles de las parroquias que había tenido, continuaban con su confesión, dirección espiritual o relación sacerdotal. Preocupación por sus familias. Ayudaba y gestionaba necesidades y trabajos. Varios miembros del Cabildo se confesaban con él. Y algunos obispos de otras diócesis, eran aconsejados, si lo pedían, sobre la confesión con mosén Jesús. No dejó nunca de celebrar. Si estaba enfermo, lo hacía con algún otro sacerdote de la Calle de Jardiel. Entre ellos, don Alejandro López. Se llevaban bien. Atenciones especiales fueron los "Infanticos" del Pilar. Tenía atenciones con ellos como si fueran "sus monaguillos". Conectaba con sus familiares y algunos le confiaban sus necesidades o problemas.

Seguía al tanto de revistas católicas, y libros de actualidad religiosa. El índice de libros en la Biblioteca-despacho nos daría una expresión por su preocupación intelectua l y preparación que le aconsejara el P. Inieva. De sus cuadros, con todos los Papas, y San Bruno, el pedestal con el Corazón de Jesús, la Virgen del Pilar, Santísimo Misterio. Fotografías familiares. Había dado la comunión a la mayor parte de 20 mis hijos. Cultivaba las relaciones con familias, de sus antiguas parroquias. Visitaba a los enfermos. Fue operado por tercera vez de hernia, en San Juan de Dios. Se hacía fuerte ante el dolor. Dos años antes de fallecer fue operado de próstata en el Clínica Quirón. La Jefa de Enfermería era Carmen Marcel, dirigida suya. Comida a sus horas. Con vigilancia por la naciente diabetes. Los últimos meses ya padecía artritis y lumbalgia. Dejó de celebrar en la capilla de la Virgen, pero no el confesionario .

Nueve días antes de su fallecimiento, acaba de visitar a Sor Trinidad, dominica, dirigida suya en el Monasterio de SantaInés. Al llegar a la parada de autobuses --como ya anticipamos--, se encontró con varias dominicas de Daroca, y con la Hna. Cecilia, de Santa Ana. Le dio un infarto cerebral. Pensaba acompañar, en la Clínica Montpellier, a la madre de Josefina Ferrer. Apenas pudo balbucear y rogar que lo hicieran ellas en su nombre. En el coche de una doctora de la Clínica, fue llevada al hoy "Miguel' Servet". Sin hablar, sin apenas tomar alimento. Le vendaron los pies. Apenas podía sonreír. Le pusimos enfrente una pintura del Santísimo Misterio. Y su mirada estaba fija en él. Entre el cuadro médico, una enfermera, María Justa, dirigida suya. Doce de abril de 1990. Eran las cinco de la tarde. Jueves Santo Sacerdotal. Había tenido la asistencia espiritual de los capellanes don Angel y don Joaquín. Ya en 1982, quiso hacer testamento civil abierto. Sor María Lucía Rodrigo, dominica de Daroca, le pudo ver el Martes Santo anterior (V. LD, pág. 225).

En el momento de su fallecimiento, estaba nuestra hija María Angeles, que espontáneamente nos dijo: "El tío Jesús acaba de subir al cielo en bicicleta" . Revestido como él ordenó, con su querida sotana, alba y estola morada o negra, desde entonces, el que suscribe y su familia, y muchos de quienes le trataron y conocieron, lo hemos tenido como santo. Y no hemos dejado de encomendarnos a él. Y recibido gracias. Si es para gloria de Dios y bien de las almas, suplicamos se inicie la Causa de su Beatificación. Laus Deo.

Madrid, para Zaragoza, veintinueve de enero (San Valero) de dos mil nueve. /

EXCMO. Y RVDMO. SR. ARZOBISPO DE ZARAGOZA .

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