miércoles, 14 de julio de 2010

La generación sacerdotal del 27

Estamos en unos momentos de deflación económica. Efectos graves de una situación, cuya crisis detectó Pizarro, frente a Solbes, y que hasta hace poco ni siquiera se ha querido reconocer. Pero es curioso, que en las circunstancias actuales, en que hay que poner todos los esfuerzos, dejando de un lado cuestiones que no tienen ni actualidad ni urgencia, el gobierno nacional sigue empeñado en cumplir, por igual, una “hoja de ruta” laicista, que electoralmente espera le rinda, pero que no resuelve nada. Leyes del aborto, de reforma de la libertad religiosa, o de eutanasia, y sobre todo, ir cumpliendo, territorialmente una memoria histórica, que divida y confronta a ciudadanos de suyo crispados.

En Zaragoza, se ha puesto en solfa, mediáticamente, si quitar las calles a Generales, incluso aragoneses, o no ponerla a Sanjosemaría Escrivá, y sí a una miliciana. En Sevilla, se quita la del General Merry y se pone a Pilar Bardem. Ante tales desatinos, como me aconsejaría Ortega y Gasset, los intentos de confusión suelen llevar consigo una injusticia. Y para equilibrar la balanza, quiero traer como noticia, dos libros aparecidos en Aragón –y nosotros estimularíamos a que apareciesen otros en las demás regiones españolas--: uno, es “Testigos de nuestra fe. Persecución religiosa en la Archidiócesis de Zaragoza. 1936-1939, del cual ha sido coordinador el canónigo Isidoro Miguel García. En él, han colaborado expertos e historiadores eclesiásticos. El prólogo es de monseñor Yanes, a cuya iniciativa se debe la obra, ya desde su etapa de 1975-2005. Se dan los nombres, fotografías y otros documentos biográficos de 78 sacerdotes martirizados. (Once dominicos, del convento de Calanda, nueve mercedarios del convento del Olivar, diez del colegio de Alcañiz. Un número semejante son los escolapios de Peralta de la Sal y de Barbastro, ya beatos; tres paules. Sobrevivieron buena parte de las religiosas con grandes dificultades. Hubo siete seminaristas, y varios seglares).

El otro libro, aparecido casi al tiempo, es el que nosotros hemos dado en reimpresión, y que lleva por título “La generación sacerdotal del 27. Con una atención concreta para mosén Jesús López Bello, que ejerció su ministerio pastoral, a partir de 1927, durante la II República, en pueblos rurales de Teruel y de Zaragoza. Cura de almas. Y perteneciente a esa sacerdotal aragonesa del 27, paralela a la literaria –como sucede con otras generaciones de profesionales, de abogados, toreros, artistas, notarios, médicos, ingenieros, etc., que nacidos con el siglo, fueron, a partir del 27, cuando ejercitaron su acción en la vida social, económica, técnica o espiritual.

Es curioso que una buena parte de aquellos mártires citados en “Testigos de la fe” pertenecieran a esa generación. Como, por ejemplo, aunque algo más joven, el sacerdote que sucedió a mosén Jesús, poco antes de ser destinado a Bello (Teruel), en donde intentaron buscarle, pero era ya zona nacional.

Son dos libros que merecerían ser conocidos. Y que, aun perdonando como lo hicieron todos ellos, no nos conviene olvidar. Fue una generación olvidada, y en algunos puntos coincidentes con la más divulgada de carácter literario. Porque, como dijo el académico Nieva, “dejó de trompetear sobre España”, como lo había hecho la del 98, y lanzó, en el caso concreto de sacerdotes y religiosos, a servir con ilusión, y esperanza, superando la angustia, aun dentro de cierto sentido trágico de las circunstancias, para dar fe, ejemplo y testimonio para los hombres. También hubo en ellos cierto candor, santa ingenuidad, poesía, y mucho amor al pueblo español, el cristiano, y el no creyente. Testigos de nuestra fe.

JESUS LOPEZ MEDEL

Premio Nacional de Literatura

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