sábado, 13 de febrero de 2010

PRESENTACIÓN DE MOSEN JESÚS LÓPEZ BELLO


La generación sacerdotal aragonesa del 27


El fuerte sustentáculo telúrico sobre el que llega a la vida Mosén Jesús López Bello, el 17 de diciembre de 1904, lo constituye Daroca, ciudad que fuera ya de realengo desde 1785 y Cabeza de Arciprestazgo en 1820, con la gozosa singularidad de esta riqueza eclesial, arquitectónica y monumental: Parroquia Colegiata de Santa María, desde 1477, refundada el 30 de abril de 1587. Parroquias de San Juan de la Cuesta (románica), San Miguel (románica), Santo Domingo de Silos (románica y gótica), San Andrés, San Pedro, Santiago (desde 1280), a las que se añaden estos conventos : San Francisco, desde 1237 con iglesia románica; Trinitarios calzados, desde 1266; Mercedarios calzados, desde 1381; Dominicos, desde 1522; Capuchinos, desde 1647; Escolapios, desde 1729, y media docena de ermitas con las advocaciones a Santa María de Nazaret, Ntra. Sra. del Carmen y Santa Bárbara, San Valero, San Cristóbal y San Jorge, citadas por Cook en el año 1585.

Forma parte, Mosén Jesús, de una familia encabezada por su madre, María Bello Rubio, " toda ternura, todo bondad y cuyas enseñanzas me franquearon las puertas del Cielo " dice en notas manuscritas el biografiado, presentando a su padre, Lorenzo López Campos, como "... cristiano viejo, prototipo de honradez y laboriosidad " y a sus doce hermanos, como " mitades de mi alma, lirios que vibraron al unísono de mi corazón, cuando alzábamos a Dios nuestras plegarias ".

Inicia sus estudios en el Colegio de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, desde los tres a los ocho años, pasando después a las Escuelas Pías, recibiendo las enseñanzas de Latín y Humanidades antes de acceder al Seminario "San Francisco de Paula", de Zaragoza, en 1919, donde convive con el que ha de ser San José María Escrivá de Balaguer. Ordenado Sacerdote el 2 de octubre de 1927, su primera misa la celebra en la Basílica de Santa María de los Sagrados Corporales de Daroca, pasando a ser Cura Regente de Luesma, Aldea hasta 1711, Lugar en 1785 y Ayuntamiento desde 1834 que se integró en el Partido Judicial de Cariñena el año 1920.

Allí, asegura su sobrino D. Jesús López Medel, autor del libro que hoy se presenta, bajo el título de MOSEN JESÚS LOPEZ BELLO y la incardinación sociocultural de La generación sacerdotal aragonesa del 27, cantó su Primera Misa Parroquial, de excepcional impacto para su recién estrenada condición de guía entre las almas, desarrollando la fundación del Apostolado de la Oración, cuyo estandarte regaló a su pueblo natal el M.I. Sr. D. Miguel de Miguel, Párraco de Gallur y posteriormente Canónigo de Zaragoza.

El marco de su nueva realidad social, apenas sobrepasaba el humilde centenar de habitantes, dedicados al cultivo de duras tierras, exigentes de pan llevar, y a la formación de delicados montones de lentos hornos para convertir la pobre leña de encinas y carrascas en enseñoreado carbón vegetal.

No se utilizaba el carro. Ni siquiera existía el camino, esquematizado por sendas a las que el autor prefiere llamar vericuetos, hilos orientadores de polvo y piedras, o de barro y charcos como basamento de duros pasos para la herradura del asno sobre cuyo lomo se acomodaban los mayores, después de hacerlo en las cabidades del serón de esparto, los más pequeños. Aún así, hermosea el autor, "unos geranios... siguen queriendo florecer en las ventanas".

Su acierto y dedicación a los jóvenes se convirtió en específica pastoral que alumbró un grupo de Acción Católica masculina, destacado dentro de la Diócesis, originando a la vez la primera amenaza de muerte por un hombre, cuyo nombre no quiere recordar el biografiado ni revelar el biógrafo.

También fue Párroco Titular en la Iglesia de San Bernardo, de Torre de Arcas, Aldea desde 1785 y Ayuntamiento desde 1834 que se incorporó al Partido de Alcañiz en 1965. Tomó posesión, cumplidos sus 26 años, el 17 de diciembre de 1930, cultivando penas, disgustos e inquietudes, siendo apedreado por niños, tiroteado por mozos y amenazado nuevamente de muerte."De aquella Casa Parroquial, inolvidable, dice en las citadas notas, hicimos mi Santa Madre y yo... nuestro Tebaida... Hacia el Cielo" .

Conservó siempre la seguridad y gratitud a la Providencia fundamentadas en el hecho cierto de que velaba por éllos, mientras varios de los sacerdotes y fieles de aquella comarca fueron pasados por las armas y convertidos en ejemplares mártires.

Entre agosto de 1934 y el mismo mes de 1943, permaneció como Párroco en Bello, Aldea desde 1711, Lugar desde 1785 y Ayuntamiento desde 1834, integrado en el Partido de Calamocha. En las repetidas notas biográficas, temporaliza su presencia en tres diferenciados períodos: antes de la guerra, durante la guerra y después de la guerra .

En el período de preguerra, estima su vida como inicialmente normal en el desempeño de su ministerio sacerdotal, destacando en su recuerdo la gozosa captación de vocaciones religiosas dirigidas hacia el Seminario.

En el segundo, de guerra, señala su profunda pena originada por la marcha de varios sacerdotes de la comarca al campo de batalla, unida a su alegría al encargarse de las parroquias de Las Cuerlas, Torralba de los Sisones y de Odón, trabajando como pudo y "volando como el viento... en ... bicicleta"

Respecto al tercer período, señala las duras pruebas y dificultades de todo género a las que fueron sometidos durante la guerra por el Comité Municipal de Prohibiciones. Amenazas y multas, ante las cuales el Pueblo de Dios supo reaccionar, aceptando resignado, pero contrariado, la supresión de procesiones y tradicionales romerías.

Llegado el Edicto para el Concurso de Curatos, fue destinado a la Parroquia de Huesa del Común, teniendo como aneja la de Plou, cuyos feligreses le proporcionaron singulares alegrías: Su actualización con la juventud de Acción Católica, el incremento de vocaciones, la ejemplar conducta de los devotos rosarieros y la Fiestas en honor de Santo Domingo de Guzmán, fundadas por D. Silvestre Alcaine.

Fue acompañado por su madre, quien allí falleció el 20 de junio de 1945, siendo enterrada en sepultura perpetua generosamente donada por el Ayuntamiento, y mantenida por el voluntarismo de devotos exfeligreses.

En 1950 fue trasladado como Coadjutor a la Parroquia San Miguel de los Navarros, en Zaragoza, desempeñando sus funciones pastorales bajo la dependencia del Párroco D. Luis Doñate y Borrás, junto al también Coadjutor y Profesor del Seminario, D. David Aznar. Permaneció durante doce años con intensa espiritualidad en esta Parroquia y en los colegios de Santa Ana, Madres Concepcionistas, La Caridad y Madres y Padres Escolapios, con abundantes frutos vocacionales.

En 1962, lo hacía en la Parroquia de San Ginés, de la madrileña calle de Arenal y, en el año 1964, pasaba a la Parroquia de San Sebastián, también en Madrid, manteniendo el lema de toda su vida: Obediencia al Párroco, lealtad a los compañeros en el sacerdocio y celo por las almas en todas las actividades apostólicas, principalmente en el confesionario, como labor silenciosa, pero grata al Señor, eminentemente provechosa para las almas.

Con la misma actitud llegó a Zaragoza, en el mes de noviembre de 1974, como Beneficiado familiar de Ntra. Sra. del Pilar, aceptado por el Prelado D. Pedro Cantero y Cuadrado, quien le computó el Beneficio que conservaba de San Miguel de los Navarros.

Por de pronto, yo me uno a la voz del escritor José María Fontana, y a su bella novela, "En el Pirineo se vive de pié", para gritarle a los jóvenes, mirando hacia el Cielo a Mosen Jesús: ¡Bendito sea quien os llevó de cumbre en cumbre¡ que demasiado hallaréis mañana el barranco oscuro. Y bendito también Vd., Mosen Jesús, que se sacudía el polvo de rancias sacristías y el moho de la cera, enseñando a comulgar de rodillas sobre los picachos más altos de las bellas sierras paisanas y amigas.

Por las buenas fotos que abundan en la riqueza gráfica del libro MOSEN JESÚS LOPEZ BELLO, y por su raíz sacerdotal brotada en la generación aragonesa del 27, se confirma su gesto como de normal estatura, firme de humano pulso y gustoso de recontar su herida huyendo con fuerte pedaleo sobre la bicicleta, asomándose desde el dolor de hijo a la generosidad del Padre, cuando las persecuciones vividas entre vejámenes constituyeron seguro riesgo de tantas vidas.

Por su origen, vocación y devoción cuajó en la esencia de seguro, manso y condescendiente, haciendo de la sencilla réplica un arte convencedor, sin tener que recurrir al hermoso ramillete de buenos latines nunca olvidados. Sus conversaciones derramaban sacerdotal amor y sencilla clarividencia, mientras su semblante enseñaba la colección de los fríos madrugones de antaño, de la misa del alba y del ayuno plenamente aceptado, porque: "Todo lo que es, tiene suficiente razón para ser..."

Aparece en su rostro la palabra, marcada con los surcos en su cara. Debió entrar al Seminario -- siempre universidad de los pobres — antes de saber qué era la vida y, tengo para mi, que nunca salió plenamente del continuado abrazo docente recibido entre aquellas paternales paredes. Allí aprendió a obedecer exigiéndose hasta el heróico y digno acatamiento, llevando con solemnidad el bonete, la boina, la teja, la sotana y hasta el manteo, antes de tener que sufrir en silencio a los nuevos apóstoles, mal vestidos de calle e innecesariamente cargados de humanos excesos.

Tuvo que ser para todos, desde entonces y hasta su llegada y disfrute en la Basílica del Pilar, el honor y la memoria entre oraciones, inciensos, concurrencias al Coro y solemnes gregorianos. Rico en salud, pregonaba fuertemente el Santo Rosario desde la sencillez de los más pequeños y humildes templos para que se oyera en las plazas, y quizá fuera ese mariano pregón la causa humana por la que nunca les pareciera, a los suyos, un anciano venerable.

Con su sapiencia e ironía, jamás debió bordear lo obsoleto. Sabía todo cuanto debía saber sobre la personal entrega, uniendo al don de la elocuencia el otro precioso don de la prudencia para escalar el Cielo tras el divino regalo de una larga vida, llevándose desde el pedal seguro de veterano ciclista las historias vividas de conductas amorosamente enderezadas.

Le avisó el Señor el 2 de abril de 1990 con un infarto cerebral al regresar del Convento de Santa Irene, tras visitar a una enferma y a las Capuchinas. El Jueves Santo, día 12 del mismo mes, mediada la tarde, subió a la Casa del Padre. Sus restos humanos recibieron cristiana sepultura en Daroca, siempre próximos al local latido del Santísimo Misterio.


JOSÉ HERNÁNDEZ BENEDICTO
Madrileña Casa de Aragón, 19.5.09

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