3.1 Luesma
Con todo aquel avituallamiento copioso de su formación en el Seminario, y estimulado el ambiente eclesial de sacerdotes buenos y santos -ya citados— y los consejos de familiares y amigos, mosén Jesús, a sus 23 años, con vestimenta sacerdotal y teja, toma posesión de Luesma, como regente de la Parroquia, con la ilusión apasionada de un novel. (En la única fotografía que tenemos de Luesma, le veremos pletórico de juventud, ya entre catequistas y niños).
Allí las gentes le llamaban "Juan el apóstol". Es un pequeño pueblo, sin luz -cuando llega con su madre--, sin teléfono. Incomunicado. (Anécdota: para ir de Luesma a un punto que comunicase con la comarca de Villar de los Navarros o Daroca --en las que ya había autobús a Zaragoza o Teruel--, había de ir andando o en burro. Por cierto, que siendo nosotros niño, me llevaron de Luesma a Villar en una burra. Desde entonces, al enfriarse el ojo izquierdo, se quedó en "ojo vago").
¿Qué hace mosén Jesús en un pueblecito, con sus buenas gentes, no cultas, dedicadas al carbón de leña, y pequeños huertos, sin agua corriente, de vida difícil?. Entregarse de alma y cuerpo a predicar la palabra de Dios. Comunicador, animador, catequesis, monaguillos, misas funeral, visita a enfermos, confesionario, entrega a los pobres, embebido en los problemas de las familias (LD, págs. 269-275). Sus pláticas escritas, bien preparadas, muestran el ardor, la viveza y la persuasión. (Como si fueran para una Basílica). Levantando el espíritu de jóvenes y niños. Cuando se inagura, por fin, la luz eléctrica (LD, pág. 277), en la fiesta del árbol (LD, pág. 279), cuando se inagura el primer centro rural de Acción Católica, en Aragón, con el que luego sería Rector de la Universidad de Zaragoza, don Miguel Sancho Izquierdo (LD, págs. 281-285), la predicación para la primera Misa en Villar de los Navarros de mosén Cristino Felices (LD, págs. 285-295), "Misterio e identidad del sacerdote y ejército de la Iglesia", que es una reflexión muy profunda, especialmente dada su juventud en el sacerdocio.
De esa etapa de Luesma, aunque por su extensión y número, no se incorporaron al LD, están los sermones para San Blas, 3 de febrero de 1928; para el Sagrado Corazón de Jesús, 1929, y cuya entronización en las casas difunde; San Vicente Mártir; los árboles. Escritas y preparadas con citas de la Biblia, del Evangelio, de autores sagrados, representan una culturización evangelizadora, o una evangelización cultural, además de eclesiástica. Cuando ya en 1992, fuimos nosotros, con mi esposa, a Luesma, apenas quedaban una docena de familias. Mayores de 80 años. Aun latía en sus ojos y recuerdos, las huellas de mosén Jesús, su "Juan apóstol". Allí recibió la primera amenaza de muerte. Que le llevó a arreciar su apostolado con los más jóvenes. Y de aquel centro rural de AC pudo salir un buen plantel de seminaristas. La Guerra Civil de 1936 les llevó al frente casi todos. Algunos murieron. Especialmente en el cercano Belchite. Varios, en el Ejército, encontraron otro camino, hasta llegar a Oficiales. El "premio" lo recibió mosén Jesús, entonces, cuando se hizo la presentación del Centro en Zaragoza, saludando a don José María Gil Robles, dirigente católico nacional. Su etapa sacerdotal de Luesma, fue, pues, el inicio de torrente espiritual. Así, pudo llevar su "cruz con garbo", como aconsejaría la tía capuchina Sor Micaela. Y ponerse a prueba, de nuevo, ante un más difícil escenario, y en la etapa que se inicia en la España de 1930-31.
3.2. Torre de Arcas
Era la parroquia de San Bernardo, en Torre de Arcas, pueblo situado a las puertas del Maestrazgo, cerca de Monroyo: en el concurso de curatos de 1929, que mosén Jesús firmaba, siempre "a voluntad del Sr. Obispo", allí fue destinado. Tomó posesión el 17 de diciembre de 1930. Se hablaba el "chapurreado", habla cercana al catalán. Unas escuetas líneas en su manuscrita autobiografía lo dice todo. Se estaba al final de la Monarquía, y primeros años de la II República que, en aquel pequeño pueblo --"un enclave catalán"--, se asentó con fuerza (LD, pág. 52): "disgustos, inquietudes, apedreado por los niños (mí grupo predilecto), tiroteado por los mozos, amenazas de muerte, etc.., De aquella Casa... parroquial, inolvidable, hicimos, mi Santa Madre y yo nuestra "Tebaida"...Hacia el Cielo...La Providencia velaba por nosotros y mientras varios de los compañeros de aquella comarca eran fusilados".
De esta etapa es cuando compró una bicicleta. Recorrió con ella no pocos de los pueblos próximos para predicar en sus fiestas, y comunicarse con los párrocos, en aquellos momentos abiertamente contrarios a Dios y a la Iglesia Católica: Monroyo, Aguaviva, Mas de las Matas, Valdegorfa, etc.. Por caminos -algunos-- de carro. Unas veces, sólo; otras, con don Jesús Parache, que -muy amenazado—había de llevar arma, lo que mosén Jesús no lo hizo. (Mi hermana Socorrito López Medel les acompañaba algunos meses). Supresión de procesiones, o de actos de culto. Los peligros de la catequesis, hasta inducir a los niños a apedrearle. Seguía con su vida pastoral: levantarse a las seis de la mañana, casi como vigía del pueblo. Rezar. Luego al sagrario. Confesión. La Iglesia, abierta. Desafiando amenazas de incendio. Avisos a la Guardia Civil, lo que servía para animar más a los agitadores. Seguía dando la Santa Unción a los enfermos, sin ceremonias y sin campanillas, ni velas.
Su madre, María, con su gran carácter, le ayudaba a hacer frente a la persecución. Personas buenas de confianza vigilaban la casa parroquial. Con frecuencia, sin saberlo él. Hubo, durante la Guerra Civil, bastantes fusilamientos (V. la obra de Juan Gasca, "El Seminario de Belchite", Zaragoza, con relación de los sacerdotes diocesanos mártires de esa zona). Buscarían a mosén Jesús -según nos confirmó en 1992 en una visita a Torre de Arcas, el herrero que le arreglaba la bicicleta. Nos dijo que los milicianos, en 1936, preguntaron dónde se encontraba, para fusilarlo, como se había hecho con los párrocos vecinos. (V. en "Documentos", carta de don Gabriel Molinos, el herrero, escrita en 1995, sobre la buena semilla de mosén Jesús).
El cambio de destino, a fines de 1934, le salvó, sin duda, de la muerte. Aunque para él hubiera sido una respuesta heroica como a de todos de aquella zona, algunos de ellos ya beatos (V. LD, págs. 61 y 109). En definitiva, por su juventud, y por su sentido natural de persuasión, fue un verdadero comunicador.
Con don Andrés Estrada, sacerdote, sobreviviente de aquellos fusilamientos, y al que conocería como párroco de Muniesa (Teruel), tuvo una gran compenetración, en sus experiencias, espiritual y apostólica (más adelante, sería párroco de Daroca, canónigo y Rector del Seminario de Teruel). No para revivir heridas, como para la reconciliación, por la puesta a punto de la evangelización (LD pás. 70-75). En esa etapa de "Tebaida", como él mismo escribió, no se atemorizó. Y en algunos momentos, parecía anidarse en mosén Jesús la idea del martirio. Ejerció con dignidad su ministerio, con su sotana, y teja, y su labor en el confesionario, su dirección espiritual. Con la que luego sería religiosa de Santa Ana, Hna. Amparo Hernández, cuyo padre fuera fusilado por los republicanos, aparecería su primera vocación de religiosa de Santa Ana, destinada durante largos en el Sanatorio de Nuestra Señora del Rosario. Para el acto del "Club Calibo", dejó un mensaje sobre sus virtudes del que fue "un santo sacerdote". (Los nombres de los sacerdotes mártires del Grupo de Valdegorfa, los tenía en su breviario, y su oración por ellos, lo siguió hasta el final de sus días).
Pese a la hostilidad hacia la Iglesia, se fue ganando a los niños, a las jóvenes y familias, en Torre de Arcas (LD, págs. 301 y ss.). Al estallar la Guerra Civil, también fueron mártires o valientes. Merece la pena resaltar algunos hechos: asaltada y quemada la Iglesia y profanado el sagrario, hubo quien pudo salvar algunas formas consagradas yacentes en el suelo. Las ocultaron durante tres años en una de las casas, acontecimiento que se narró en "Granito de arena", 20-4- 1942, "Sagradas formas incorruptas". La ermita de San Bernardo quedó con fusilamiento de imágenes, y tiros a sepulturas. "Mosén Juan" le llamaban también los fieles. El, antes de la persecución, entronizó el corazón en no pocos hogares (V. la homilía, LD, págs. 303-306, sobre el Corazón de Jesús, vibrante y llena de ardor religioso). Hay otras homilías de esa etapa : sobre "Profanación de días festivos", bien preparada, pues incluso se refiere a los "falsos economistas". De 1932, data el sermón sobre "La transfiguración del Señor". Al releerlo, asombra, por su profundidad y claridad: "Persiguen al mismo Jesucristo ....EI católico debía acercarse a todos como su maestro: "qui ex vobis arguet me de percato". De esa época también hay otras homilías inéditas, redactadas para determinadas festividades, como San José, Todos los Santos, San Antonio Abad, la Ascensión, Primera Comunión, Navidad,Inmaculada Concepción, o Plática de Bodas.
En ese arsenal de homilías, podrían descubrirse los destellos de su santidad, en grado extraordinario. No le gustaba hablar mal de nadie. Procuraba hacer el bien o rezar frente al desagravio o la ofensa. Pocos momento más propios de esta etapa para que, dentro del "torrente", se aferrase a la fe, la esperanza y el amor.
Pese a tantas dificultades, visitaba las parroquias próximas. Hacía de corresponsal de "El Noticiero", reflejando las fiestas religiosas. A veces se escapaba a Zaragoza, para encontrar en la Virgen del Pilar su fortaleza y templaza. No podían pensar que más adelante, siendo Beneficiado del Pilar, y por confesar frente a la santa piedra, le llamarían el privilegiado "mendigo" de la Virgen).
También tuvo otros alientos. Uno procedía de don Juan Buj, destacado canónigo del Pilar. (A mí me regalaría los recordatorios de Primera Comunión, con un texto precioso, cosecha ya suya). El canónigo publicaba por su cuenta "El Eco de la Cruz", y "Jueves Eucarísticos", y a mosén Jesús le obsequiaba con libros religiosos, y varios tomos de "La hormiga de oro". Cercano a la casa de don Juan Buj estaban las Religiosas Angélicas, con su fundadora, hoy santa Madre Genoveva, a las que veía con frecuencia, por residir, desde los primeros años de la fundación, una señora familiar de mi madre Patrocinio. Con dichas religiosas, siempre tuvo muy buena relación.
En algún desplazamiento a Daroca, con su madre, que era esclava Mayor de laInmaculada, dirigía alguna plática. Y de ese año (21-6- 1932) es el sermón -inédito- de "primera misa", en Zaragoza, a don David Navarro, con el que tendría una larga amistad y compenetración, en su etapa de párroco de Manchones y de Daroca, y a cuyas tías, y sus hermanas dirigía espiritua lmente.
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