sábado, 8 de agosto de 2015

6.- PARENTESIS TEMPORAL EN MADRID

El 25 de febrero de 1962, falleció la tía Juana, en Hijar (Teruel), que la había asistido en los doce años de coadjutor en San Miguel. Escribe (LD, pág. 54):

"Al quedarme sólo y enfermo, me veo obligado y propongo al Arzobispo, Rvmdo. Dr. Morcillo, marchar a Madrid, con mis hermanos Manolo y Patrocinio". A los cuales, por su edad, y enfermedades, se habían asentado en Madrid, con mi hermana Socorrito. De esta hermana, primero estuvieron en la calle de Batalla de Brunete, y luego en el Paseo de las Delicias.

6.1 Parroquia de San Ginés

Durante los dos primeros años estuvo adscrito a la Parroquia de San Ginés, en la calle de Arenal, cerca de la Puerta del Sol. "Mi lema - como luego diría también para la ulterior de San Sebastián, de la calle de Atocha --, era igual que en Zaragoza, obediencia a mi párroco, lealtad a los compañeros en el sacerdocio y celo por las almas en varias actividades apostólicas y principalmente en el confesionario ...Labor silenciosa, pero grata a Dios y provechosa a las almas".

Y lo cumplió, con alguna nota singular. En esta parroquia de San Ginés, tuvo la oportunidad, a través del confesionario, de conocer a no pocos fieles. Pero entre ellos a la Auxiliar Parroquial, la Hna. Rosario Redondo. Lo que le permitió, a su vez, ensanchar en esta institución el campo del confesionario, para la dirección espiritual. Además, muchas veces, pasaban por la ciudad de Daroca, con el acicate de cuidar la Basílica y su Santísimo Misterio. En el testimonio actua l, la Hna. Rosario me daba la relación de varias de ellas, Hnas. Auxiliares Parroquia les de toda España. La Hna. Antonia Cano ya lo hizo entonces (LD, pág. 231) : "Todo el mundo es bueno: su caridad...no hablaba mal de nadie...Un santo sacerdote" , lo que se reitera en otro testimonio de 2008).

6.2 Parroquia de San Sebastián

Desde 1964 a 1974, estuvo destinado en esta Parroquia, de la calle de Atocha, con esquina a la del mismo nombre, en Madrid. Con parecida actividad apostólica, en la confesión, dirección espiritual, visita a enfermos, relación con las familias, y con las religiosas Auxiliares Parroquiales, que se iban estableciendo en Madrid. Recibió algún premio de cofradías. Tenía larga fila en el confesionario. Esto le llevó a casar a una pareja -durante años- que eran conocidos de mosén Jesús. Este salió a buscar novio a la acera -un veterinario militar que había sido condenado a muerte, y luego indultado. Fue un regalo, pastoralmente inesperado, pero muy gozoso.

Estaba muy conjuntado con el Párroco, don Pedro, y los demás coadjutores. A aquél le gestionó que fuese a predicar un día del Corpus en Daroca (Cosa, por cierto, que- nunca pidió para él, aunque en el fondo lo deseara. Un acto más de humildad, que le compensaba por acompañar cerca a los Sagrados Corporales).

De estos años en Madrid, recuerdo dos operaciones de hernia, difíciles, en el Sa natorio del Clero. Su salud empezaba a declinar. El dolor empezaba a mortificarle. Y veía la temporalidad de su acción pastoral en Madrid. Nosotros asistíamos, cuando podíamos. No perdió un ápice de su espíritu sacerdotal, de su oración, de la celebración de la Santa Misa, con precisión litúrgica. Nosotros le llevábamos a algún partido de fútbol a ver el Real Madrid.Iba con su sota na, y en la grada se quitaba la teja. Había jugado al fútbol con los seminaristas, especialmente con los de Bello y su comarca, cuando se metía el balón entre la sotana y alcanzaba así la portería : igol!. Seguía haciendo favores a familias necesitadas. Y nosotros, situados profesionalmente, hicimos las recomendaciones y colocaciones precisas en cada caso.

Al fallecer mis padres en Madrid, 1967 y 1971, con mi hermana Socorro pudo resolver su situación eclesial y doméstica.

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